Por Sebastián Luis Foglia
Según Tamar Pitch (Pitch 1975:125), el aporte de Talcott Parsons a la teoria de la conducta desviada esclarece las premisas teoricas y metodologicas de toda una serie de otros analisis específicos, incluido el de Merton que veremos luego, porque en la amplitud del tratamiento de Parsons se evidencia mejor el significado y las consecuencias de las teorías estructurales funcionalistas en general.
Talcott Parsons (1902-1979), dominó la sociologia por mas de dos decadas. Influenciado por trabajos tempranos del propio Robert Merton (1936, 1949), Parsons comenzó su versión de la teoría estructural-funcionalista general. La misma produjo una gran influencia en el desarrollo de la sociología.
A fin de poder explicar el pensamiento de Parsons es necesario explicar algunos de sus conceptos previamente. Tanto Parsons como sus colegas conciben a la sociedad como un sistema social unificado donde cada elemento cumple un rol determinado. Utilizando un esquema estructural, con relaciones entre sistemas y subsistemas, lograron realizar una mega teoría social que incluye las visiones de las distintas disciplinas (v.g. sociología, psicología, psiquiatría, etc).
Por ello, el sistema de la acción social (eje central de la teoría) se compone por el “sistema social” (que es la interacción entre actores individuales), por el “sistema de la personalidad” (de los actores individuales) y el “sistema cultural” que se establece en sus acciones (que sería lo que conocemos como cultura).
La célula básica de la teoría es el concepto de acción, que es -en definitiva- la unidad a estudiar por Parsons, y está definida como “un proceso en el sistema actor – situación que tiene significación motivacional para el actor individual, o en el caso de una colectividad, para sus componentes individuales”.
La acción siempre está enmarcada en una circunstancia “actor – situación”, esto significa que la acción siempre se encuentra orientada en relación a una determinada situación, constituida por un conjunto de objetos físicos, sociales y culturales que tienen relevancia motivacional para el sujeto agente (Pitch 1975:126).
Según Parsons (Parsons 1957:16) la clasificación de estos elementos (de orientación) son: a) OBJETOS SOCIALES: son dos, por un lado los actores, que son las mínimas unidades individuales, los organismos biológicos, que se denominan: “ego” que es el actor que se toma a si mismo como punto de referencia, y “alter”, cuando se hace referencia a cualquier otro actor individual distinto. Y la colectividad, que se considerada como unidad; b) OBJETOS FÍSICOS: son entidades empíricas que no interactúan ni responden al ego, son medios y condiciones de la acción del ego; y c) OBJETOS CULTURALES: son los elementos simbólicos de la tradición cultural, como las ideas, creencias, símbolos, etc mientras no hayan sido internalizados. Si fueron internalizados pasan a integrar la personalidad (v.g. cuando el actor no puede violar una regla moral sin un intenso sentimiento de culpa, dicha regla está funcionando como una parte constitutiva de su sistema de orientación).
La acción siempre está orientada hacia algo, siempre tiene una finalidad, y que se relaciona con el logro de gratificaciones o evitación de privaciones del actor, a la luz de las estructuras de la personalidad. No todo es acción, sino solamente son consideradas acciones aquellas “en que esta relación con la situación sea motivacionalmente relevante”, a las cuales Parsons considera “acción en sentido técnico”. Para Parsons, entonentonces, la acción siempre está motivada, es decir, orientada hacia la mejora del equilibrio entre gratificación-privación del actor (obtener gratificaciones y evitar sanciones).
Toda orientación ya se encuentra tabulada. Parsons entiende que lo que el actor piensa y siente al momento en que esta haciendo una eleccion puede ser tratado como un sistema de variables. Dice “La teoria de la accion formula los componentes del marco de referencia de la accion en relacion con su directa adecuacion para la orientación electiva”. Existen tres categorías que llama “de orientación motivacional”: a) En primer lugar, a nivel básico, el organismo, impelido por impulsos y necesidades, se orienta hacia los objetos y puede actuar de dos formas: o se fija a un objeto que es fuente de gratificación (v.g. ingesta de comida, permanecer en un lugar confortable, etc) o lo repele por ser una fuente de privación (v.g. escupir, retirarse, etc). Esto es llamado la orientación catética, que es definida como la significación de la relacion del ego con el objeto u objetos en cuestion para el equilibrio de su personalidad entre “gratificación – privación”. b) Luego, se conoce el campo del objeto, discriminando cualquier objeto particular de otros, y además, señalando sus propiedades. Esto es la orientación cognitiva, entendida técnicamente como el proceso de definición de los aspectos relevantes de la situación para los intereses del actor. En esta categoría interviene también como mecanismo cognoscitivo la generalización, que ordena el mundo de los objetos, definiendo la estructura de las alternativas abiertas a la orientación de la acción. Asimismo, la orientación cognoscitivo-catética hacia el mundo de los objetos, en cualquier sistema duradero de conducta, siempre implica expectativas de gratificaciones o privaciones, obtenibles o alcanzables desde ciertos objetos y clases de objetos. La acción implica entonces también una orientación acerca del significado que tendrán los sucesos futuros para la gratificación o la privación (Parsons – Shills 1951:28). Y c) por último, cuando hay oportunidades alternativas de gratificaciones presentes, y otras distribuidas entre situaciones presentes y esperadas o a futuro, el actor debe decidir. El proceso de decidir cual de las alternativas o combinaciones de alternativas seguir se llama orientación evaluativa, que es la selección ordenada entre varias posibilidades de orientación. Por ello, lo cognitivo y lo catético presentan las alternativas que resulta definida por este aspecto de la orientación evaluativa de la acción.
Según Parsons, toda acción del actor va a estar guiada en base a estos tres aspectos básicos de la orientación motivacional, pero existe una variedad de formas posibles en que la acción puede ser organizada con respecto a los sucesos esperados. Una de las categorías más importantes de reacción a las expectativas es la de la actividad-pasividad (que diferencia su conjunto de categorías de las de Merton). Pues bien, el actor puede buscar activamente los objetos y manipularlos hacia sus metas o puede esperar el impacto de las situaciones previstas y renunciar a su interés en metas positivas, pero todavía inalcanzadas. Estas metas o fines, son otro elemento importante para Parsons, y asi señala su importancia: “El concepto fundamental de los aspectos instrumentales de la accion solo es aplicable a los casos en que la accion tenga una positiva orientación de meta. Este concepto formula las consideraciones acerca de la situación y las relaciones del actor con ella, las alternativas que se le abren al actor y sus posibles consecuencias, que son relevantes para el logro de una meta” (Parsons 1957).
Ahora bien, debemos pasar del análisis de la orientación de un actor singular determinado a la consideración de que es lo que pasa cuando hay dos o más actores interactuantes. En este caso, las expectativas -mencionadas más arriba- operan en ambos lados de la relación, en la llamada complementariedad de las expectativas (la acción de cada uno está orientada hacia las expectativas del otro).
El sistema de interacción, por ello, puede ser analizado en relación con el grado de conformidad de la acción del ego respecto de las expectativas del alter y viceversa. Y en este sentido, las reacciones contingentes del alter ante la acción del ego se llaman sanciones y pueden tener dos clases de significaciones para el ego: puede limitar las posibilidades de gratificación o por medio de la generalización puede incidir en el ego la aprobación o desaprobación de su acción, mostrando el alter amor u hostilidad.
Parsons señala que existe una doble contingencia en la interacción, pues por un lado la selección de alternativas del ego implicará la gratificación o no, pero, por el otro, la reacción del alter complementará asimismo esa selección. Por ello, dice “la comunicación … no podría existir sin la generalización de la particularidad de las situaciones específicas (que nunca son idénticas para el ego y el alter) y sin la estabilidad del significado, lo que puede asegurarse unicamente por medio de “convenciones” observadas por ambas partes” (Parsons – Shills 1951:34).
Esta doble contingencia implica la orientación normativa de la acción, pues la reacción de premio o castigo del alter se añade a su reacción directa o “intrínseca” de la conducta, provocada por la selección original del ego. Si el premio o el castigo del alter se manifiestan repetidamente y en ciertas condiciones –dice Parsons-, la reacción adquiere para el ego el significado de una consecuencia apropiada que indica la desviación de, o la conformidad con, las normas (del sistema simbólico compartido o cultura).
Ab initio, el estado normal del sistema social será el equilibrio. Parsons señala que el sistema social está estabilizado pues en el proceso de interacción entre dos o mas actores individuales, cada uno de ellos se ajusta a las expectativas del otro o los otros, y las reacciones del alter a las acciones del ego son sanciones positivas que sirven para reforzar sus disposiciones de necesidad dadas, llenando sus expectativas.
Pero las orientaciones que el actor instrumenta en el curso de su interacción y que permiten el equilibrio, no son innatas, sino que han sido aprendidas. Aquí Parsons da una importancia central a la familia dentro de la estructura social. La adquisición de las orientaciones precisas para funcionar satisfactoriamente en un rol, internalizando las pautas de orientación de valor, es una forma particular de aprendizaje que Parsons denomina mecanismo de socialización (“enseñar lo que hay que hacer”) y que se da principalmente en la familia (también lo complementan otras agencias como las escuelas y los grupos de iguales). Las personalidades de cada miembro de la familia son agentes de socialización estratégicamente importantes. Debemos mencionar que en la interacción del niño, como en cualquier otra interacción, se producen continuas tensiones y frustraciones y algunas variables importantes para el equilibrio del sistema son la seguridad, disciplina, tolerancia, y las recompensas recíprocas.
Pero nada en la teoría de Parsons es sencillo, por eso debemos añadir otra capa de conceptos, que no deben confundirse este mecanismos del sistema social, sino que son diferentes, y son los mecanismos motivacionales del sistema de la personalidad.
Según Parsons, el sistema de la personalidad (lo individual) se vale de otros “mecanismos” como son el aprendizaje, los mecanismos de defensa y los de ajustamiento. El aprendizaje es el conjunto de procesos mediante el cual el actor adquiere nuevos elementos de orientación de la acción, nuevas orientaciones cognitivas, nuevos valores, nuevos objetos y nuevos intereses expresivos. Los mecanismos de defensa son procesos a traves de los cuales se actua sobre los conflictos internos de la personalidad (diferentes disposiciones de necesidad). Los mecanismos de ajustamiento son aquellos procesos por los cuales el actor individual opera con elementos de tensión y conflicto en sus relaciones con unos objetos (v.g. frustración debida a tensiones inherentes a la situación, etc).
Esta concepción de la tensión, a la que luego veremos que Merton alude en forma mucho más simplificada, se produce cuando –según Parsons- el alter no consigue cumplir las expectativas del ego, lo que lo lleva a la frustración. La tensión puede resolverse de formas fructíferas, mediante la inhibición, la represión de las necesidades que ya no gratifican, la transferencia de su catexis sobre un nuevo objeto, etc. Pero puede que la tensión no se pueda resolver, no se pueda sustituir el objeto, y que el ego reaccione a la frustración que el alter le ha impuesto con algún resentimiento u hostilidad (Parsons 1957:240).
El ego no solo se halla sometido a una tensión en sus relaciones con el alter, sino también a un conflicto interno en su propio sistema de disposiciones de necesidad. Por razón de que presenta un sentimiento negativo hacia el alter, pero al mismo tiempo una poderosa necesidad de retener su relación con el alter y la pauta normativa, tiene que defenderse contra su necesidad de expresar sus sentimientos negativos, con el riesgo subsiguiente de perturbar aún más su relación con el alter o de provocar en él una acción de represalia, en el caso más extremo.
Esto genera dos direcciones básicas:
-La conformidad compulsiva consiste en acentuar lo positivo, procurar de modo compulsivo acomodarse a lo que el ego interpreta como expectativas del alter (que en virtud de la institucionalización son también las suyas propias), así como minimizar el riesgo de perturbar aún más la relación.
-La alienación compulsiva implica también que la vinculación al alter como persona y a
la pauta normativa constituye aún una necesidad fundamental, pero el ego debe defenderse contra la tendencia a expresar esta disposición de necesidad, y por ello, no sólo debe expresar su reacción negativa, sino asegurarse doblemente que el elemento conformativo no adquiera superioridad y ponga en peligro la suya, teniendo que inhibir el negativo de nuevo. Por tanto, su negativa a adecuarse a las expectativas del ego se hace compulsiva, y se produce un círculo vicioso en la interacción de los dos actores (v.g. criminalidad, neurosis, etc.).
A partir de allí Parsons formula una serie de direcciones de la acción desviada que es bastante más compleja que las formas de adaptación de Merton que veremos luego, y a la que agrega la variable actividad-pasividad mencionada anteriormente. Dice: “Puesto que el paradigma de Merton se formuló en función de las relaciones con unas metas y medios institucionalizados, resulta interesante descubrir que el elemento activo hace primordialmente incapié en las metas en tanto que el elemento pasivo subraya los medios”. Y sostiene que el paradigma de Merton se aplica con mayor facilidad a un sistema social en donde son primordiales los valores adquisitivos, por ello dice que ”la versión que aquí presentamos es la más general, de la cual la clasificación de Merton es un caso especial muy importante.” (Parsons 1957:245).
El cuadro de Parsons es así:
ACTIVIDAD | PASIVIDAD | |
CONFORMIDAD | Orientación hacia la realización compulsiva (Innovación en Merton) | Acuerdo compulsivo en las expectativas de los status (igual al ritualista de Merton) |
ALIENACIÓN | Rebeldía (igual a Merton) | Abandono, evasión (Apatía en Merton) |
Esta dimensión desviación-conformidad es central a toda su concepción de la acción social y de los sistemas sociales. Dice Parsons (1957:259) “El sistema interactivo actúa organizando los sistemas motivacionales de los actores en orden a crear una motivación hacia la conformidad con las expectativas de un sistema compartido de pautas normativas”. Como dijimos, el equilibrio es el punto de referencia, pero no obstante, existen tendencias hacia la desviación, es decir, a apartarse de la conformidad con los criterios normativos que han llegado a establecerse como parte de la cultura común. La tendencia a la desviación es también un proceso de acción motivado, por parte de un actor que ha tenido toda clase de oportunidades de aprender las orientaciones requeridas y que tiende a desviarse de las expectativas de conformidad. Las tendencias a la desviación obligan al sistema social a enfrentarse con problemas de control, puesto que si se tolera la desviación tenderá a cambiar o desintegrar el sistema.
Aquí entran a jugar los segundos mecanismos, los llamados mecanismos de control social que sirven para restaurar también el equilibrio del sistema (“enseñar lo que no hay que hacer”). Parsons lo define como un “proceso de motivación en uno o más actores individuales que tiende a reaccionar frente a una tendencia a la desviación en el desempeño de las expectativas de rol, en él mismo o en uno o más alter” (Parsons 1957:198).
Los mecanismos de control social cumplen su función cuando el ego “tiene un problema”, es decir, no puede superar por si mismo y su tendencia a la desviación. Los
mecanismos de control social deben actuar una varias formas fundamentales:
La primera consiste en “ahogar en su germen” las tendencias incipientes hacia la desviación, de tal modo que se impida la formación de un circulo vicioso.
La segunda, en “romper” el círculo vicioso, disminuyendo de algún modo la inversión del ego en sus disposiciones de necesidad alienativas (Parsons 1957:262). Aquí se aplica la tolerancia, o “negarse a actuar recíprocamente” por parte del alter.
Pero también, cuando la motivación alienativa ha llegado a establecerse, debe limitarse su impacto sobre el resto del sistema social (Parsons 1957:291). Los mecanismos de aislamiento (v.g. cárcel) “impiden que elementos potencialmente en conflicto que forman parte de la cultura y estructura social lleguen a ponerse en contacto de una forma que sería susceptible de producir una lucha abierta o de exarcerbarla, de manera que se mantiene relativamente latente el conflicto”. Son incomunicadores, impiden que se enraíce la desviación e impiden la pretensión de legitimidad. Resulta significativo el destino que le da Parsons al delito. En primer lugar, le niega todo tipo de pretensión de legitimidad (distinto a los teoricos del conflicto, e inclusive a Merton).
Parsons reproduce a Durkheim, en cuanto explica la función del delito en la sociedad, que como dijimos al principio, sostiene que el rito del castigo fortalece y moviliza los sentimientos de la sociedad, en pro de la continuación de la conformidad. Por último, lo diferencia del enfermo, pues si bien también tiene un rol institucionalizado, no tiende a ser tachado del mismo, y considera para el enfermo la terapia. Por lo tanto, podríamos considerar que -en puridad- en Parsons no cabe sostener efectos resocializadores del delincuente a los mecanismos de control social, sino de prevención general o “disuasorios” (Parsons 1957:292).
Libros fundamentales:
-PARSONS, Talcott; SHILLS, Edward -coord.- (1951). Toward a general theory of action. Cambridge, Harvard University Press (edición en español: Hacia una teoría general de la acción. Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1968).
- PARSONS, Talcott (compilador). La sociología norteamericana contemporánea. Ed.
Paidós, Buenos Aires.
- PARSONS, Talcott (1957). The social system. New York, Macmillan (edición en español: El sistema social. Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1976).
- PITCH, Tamar (1975). La devianza. Florencia: La Nuova Italia Editrice (edición en español: Teoría de la desviación social (1980). México: Editorial Nueva Imagen).
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